Nuestro proyecto SUMÉRGETE EN EUROPA se ve inmerso en una
PARADA obligada por la pandemia COVID 19. Aunque esa parada
es sólo a nivel de movilidades físicas, ya que nuestro
interés e inquietud por seguir trabajando en los objetivos propuestos
es un hecho, incluso en confinamiento.
Ante esta situación en la que nos encontramos de aislamiento
social, alejados de nuestro ámbito laboral y del contacto
con nuestro alumnado y con el resto de la comunidad educativa,
me planteo la necesidad de parar y de compartir algunas ideas
que pueden hacernos visible la situación emocional en la
que nos encontramos.
Es obvio que la enseñanza telemática y la atención al alumnado
a través de esta vía hace que nuestra dedicación sea muy
extensa por tiempo y por la no delimitación de un horario. Abordamos
el aspecto académico recurriendo a nuestros conocimientos y recursos
para hacer frente a las demandas educativas, curriculares del
alumnado y de nuestros equipos docentes.
Somos conscientes en muchos casos de la presión que esto
ejerce sobre nuestra vida cotidiana, aunque nuestra gestión emocional de esta situación
probablemente está siendo puesta en un segundo plano.
Puede que nos resulte difícil encontrar un momento para detenernos,
y ser conscientes de qué es lo que me está pasando a
nivel de emociones, a nivel corporal, a nivel cognitivo e incluso
a nivel social con esta situación.
Seguimos en un estado de alerta, que ya empezamos
el 14 de marzo, y que ahora quiero trasladar a nuestra
propia situación, haciendo una analogía.
Cuando hablamos del nivel de alerta en el que muchos nos
encontramos, casi constantemente a lo largo del día, me estoy refiriendo a
uno de los tres sistemas de regulación emocional propuestos
por Paul Gilbert (2009) que nos hace generar hormonas como la adrenalina
o el cortisol, nos instala en un estado de ansiedad, miedo
o inseguridad constantes y nos aleja de la calma más genuina. Me refiero
al sistema de AMENAZA Y DEFENSA. O también denominado sistema de
alerta.
Lo ideal es encontrar un estado de equilibrio entre estos tres sistemas.
Para recuperar ese estado de quietud, y volver al sistema
de calma y afiliación, es necesario prestarnos a nosotras/os
mism@s un poco de atención, aún renunciando durante unos minutos
a atender a los demás.
Para eso, para atenderte a ti mism@, te propongo un sencillo ejercicio.
1.Ve a un lugar de tu casa en el que puedas estar a
solas contigo. Serán sólo unos
minutos. Puedes advertir a tu familia de que necesitas ese
tiempo. O puedes terminar el día o empezarlo así.
2.Siéntate en un sitio cómodo con la espalda recta, sin tensión,
deja las manos sobre tus piernas. Cierra los ojos suavemente.
3.Escanea tu cara, el entrecejo, y déjalos limpios de tensión.
No los aprietes.
4.Revisa tus hombros, que estén lejos de las orejas, haz
una círculos con ellos, inhala arriba y exhala al bajar.
5.Haz varias respiraciones completas, lentamente.
6.Lleva tu atención durante unos minutos a la inhalación y
exhalación, notando cómo el aire entra y sale por la nariz.
7.Si tu mente se va a otra cosa que no sea la observación
de la respiración, tráela de vuelta a tu foco de atención. Y eso, repítelo tantas veces
como notes que tu atención se ha desplazado a
planificar el futuro o a engancharse en el pasado.
Esta parada es una forma de trabajar y entrenar nuestra atención.
“Invertir” tiempo en ella nos puede suponer “ganar calma” en un momento de tensión.
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